jueves, marzo 18, 2010

Diario de Terremoto: El 27/02

Amanecer
Sentada en el auto del papá del Felix con el Pato, podía sentir la seguidillas de Réplicas, las que nos seguirían acompañando por mucho tiempo, según decían en la Bíobio.

Las noticias eran catástroficas, incendios, puentes cortados, casas caidas, mucha confusión y la luz del amanecer que no llegaba. Podría decir que ese día el sol definitivamente no quería salir.

Pero amaneció.

Necesitaba hablar por teléfono, necesitaba saber si la otra parte de mi familia estaban bien, me urgía hacerlo, si ellos estaban bien, que vengan miles de cosas malas más, total sabría que estaban bien.

Fue así que como el papá de los chiquillos también necesitaba contactarse con sus familiares, que salimos en busca de teléfonos públicos, la única telefonía que servía en esos momentos.

Echamos a andar el auto, el pato subío con nosotros, el Maqui seguía durmiendo, mejor.

Nuestro paseo fue terrorifico.
Casas caidas, un edificio colapsado, incendios, calles llenas de escombros por las cuales no se podía pasar, vidrios, ladrillos, gente desorientada, impacto por todos lados. Y sabe a esa hora. 7.30 am ya comenzaban los saqueos y es que la Copec de Carrera, era una de las primera victimas. E insito, "gente respetable" en autos, llevándose hasta lo último. Seguramente ellos si sabían que la cosa veían para largo y le tenían miedo al desabastecimiento. Sí seguro era eso.

La ciudad estaba abajo. Y si Conce, era así, Talca, estaba peor. Pensaba, claro si ellos eran el epicentro.

Las noticias seguían siendo confusas y es que la Biobio, había perdido total contacto con la nave nodriza de Stgo y se mantenía sola, informando dentro de lo que tenía alcance.

Volvimos al edificio de los chiquillos y el maquito despertó. Pucha Hijo, no, no había sido un mal sueño.
No despertaste en tu casita, sino en un auto, estas vestido, con parka y gorro y no podemos ver el Disvoery Kids, ni jugar con tus juguetes.
Menos mal que pude hacerle su leche.
Fue ahí cuando tuve miedo de no poder alimentar como corresponde a mi hijo. Tema que determinó muchos temas futuros.

Seguía sin poder hablar con mis papás y ya eran las 9.30, avanzaba la hora, pero no las novedades.
Nadie podía hablar con nadie.

Maquito quería caminar y yo sólo despertar de esta pesadilla.
Caminamos.

A las 11 de la mañana llegó el negro y me dijo lo que no quería escuchar: "esto es más grande y terrible de lo que pensamos".
Nos organizamos para el resto del día. Yo me quedaría ahí, resguardada. Con el pato y el tío.
Le pedi al negro que se quedará con el max, mientras yo iba a buscar cosas a la casa.

Caminando me di cuenta de que claro, las cosas estaban peor de lo que se veía en la madrugada.
Y mientras caminaba, me encontré con un ratoncito, como acurrucado en si mismo, lo mire y pensé, pobré ratón quizás también está asustado.

Llegando a mi departamento, ya comenzaban los primeros atisbos del Turismo de catastrofe, gente sacando fotos, sacándose fotos entre los escombros y es que claro, fuera de toda cosa, este es momento histórico.

Afuera sentado en una banca en dueño del edificio.
Recuerdo, haberle dicho:
"Don Omar, lo único que me interesa saber, es que si voy a poder volver a mi departamento, no importa cuándo, ni cómo, pero que voy a poder".

El me respondió: Claro que va a poder volver, yo construí este edificio y estoy seguro de que aguantó bien.

Bueno, cuento aparte es Don Omar, el durante la madrugada cuando todos los vecinos estabamos abajo del edificio, el nos alumbraba desde su departamento.
Todos pensamos que por lo viejito que es no podía bajar.
Entonces el negro cual Rangers Gringo, subió al edificio para ayudarlo a bajar.

Cuando bajo el negro, solo, por cierto, nos dijo:
Don Omar dice que no va a bajar, porque al edificio no le va a pasar nada. Que él lo construyo y que sabe lo que hizo.
Debo confesar que eso fue tranquilizador y a la vez se convirtió en unos de mis héroes.

Volví al departamento con caleta de cosas para el Max y para el negro y para mi.
El camino de mi casa al edificio de los chiquillos nunca lo habían encontrado tan largo y es que subir al departamento y darme cuenta de la pérdida total en la cocina, me bajoneo un poco, pero en fin, era lo de menos.

Iba con dos bolsos, y comenzaba a transpirar, nadie quiso llevarme, eso de la solidaridad post tragedia, pueras planplinas, o por lo menos la gente en auto no.

Volvi, al edificio y el negro se fue a seguir trabajando.
Después me enteraría que nunca me quisó decir que por la radio, que Talca estaba en el suelo.
Obvio, me dice eso y es como si me hubiese disparado con una pistola en la boca.

12 del día. Y avanza el día lento, entre vecinos que no son los mios, entre el animo de Don Fernando, el papá de los chiquillos, entre la preocupación del pato y entre el Maquito que solo quería subir y bajar una escalera.

Nada con Talca.

12.15 y por fin, un celular entra en el telefono de mi casa en Talca, nunca había oido tan linda la voz de mi mami, y yo con las lagrimas en la garganta, le digo: Mami estas bien, ayyyyyyy que ricoo, mi papá, mi hermano. Las lágrimas, estaban en los ojos y le dije: Que pensé que estaban muertos.
Mi mami me respondió: que ella también pensó lo mismo.

Estaban Bien.!!!!!!
Estaban Bien.!!!

Ya rato antes, el negro me había dicho que se había comunicado con sus papás en San Antonio, por lo que todos Estaban Bien.

Que Alivio. Me da pensa recordar estas cosas.

Ese día al maquito le di todos los chiquitin y jugos que tenía en stock, esas cuestiones no durarían mucho sin refrigeración.

Gracias al generador del edificio pude cargar mi celular
Y contactarme con la Cathy, con la Ingrid, con Mis papás muchas veces, sólo quería escuchar sus voces muchas veces, con la mamá de la Vero, con al Pilola.

Estabamos bien, sí bien
Ese día el Maqui durmio al aire libre su siesta.

Jugo harto, y se hizo amigo de una niña que era estudiante de medicina en la USS, nunca la olvidare Paola, fue como un angel, fue tan buena con el Max, lo quiso tanto en esa porción de tiempo que estuvieron juntos que hizo que para el gordo las cosas fueran más diver.

Ya en la Tarde llego el negro con Claudio Pozo, nos contaron que había andado Piñera y Bachelet por la zona, que debían seguir despachando y etc.
Se fue denuevo el negro y me quede sola, sola. El papá del felix y el Pato se fueron a Coelemu y fue en ese instante que sentí soledad, quería estar con caras conocidas.

Ya entrada la noche llego el negro dormimos en un sillón con el maqui. En realidad el Max durmió.

El negro y yo dormitabamos todo el rato.
Fue una noche terrible, llena de réplicas, de gente queriendo robar el Unimarc, de bengalas, de disparos.
Las noches se hicieron eternas por varios días más.
Y parecía que el día no llegaba nunca.

Diario de Terremoto: El 27/02

03.34
No recuerdo cuando abrí los ojos, ni cómo, pero estaba ahí agarrada de la cuna del max y preguntándole al negro: ¿Qué era esto?. Todo el departamento se movía. No me acuerdo si sentí miedo, sólo que el Max no despertaba, que lo tomé pasado unos minutos y después que el negro recibiera en sus brazos el LCD que me había regalado mi papá para la navidad, nos pusimos bajo la puerta de la pieza. Los tres. El Max tiritaba y yo le decía: tranquilo hijo, mira estamos los papás acá.

Ese viernes 26, me mire al espejo y pensé en lo gorda que estaba y es que las vacaciones habían hecho estragos en mi. Bueno filo, me dije, total ya en el año me pondré en forma.

Nos fuimos al mall con el Negro y el Max. Era el último día hábil de las vacaciones y había que comprar algunas cosas para el regreso al trabajo y por ende, el regreso del max a la Sala cuna.
Se me paso por la cabeza eso del Stress Post Vacaciones. Estaba casi segura que lo comenzaba a padecer.
Ese día compré dos mamaderas, unos chupetes, el Negro encontró un ofertazo en North Face y comimos pésimo en el segundo piso, en patio de comidas del Trébol. Recuerdo habernos reido, de lo burgueses que estabamos y concluimos que comer en platos plásticos ya no era el estilo.

Una vez que estuvimos en la casa. A eso de las 7 de la tarde. Le insistía al negro que fuerámos al Unimarc de Chacabuco a hacer nuestras compras del mes, nos gustaba ese super, lo encontrabamos acogedor, dentro de lo que un supermercado cabe en ese concepto.
Lo encontrabamos barato.
Nunca imaginamos que ese sería el último día que lo veríamos tal y como era.
El negro me dijo, que ya era muy tarde que mejor fueramos con calma el sábado en la mañana.
Acepte. A regañadientes, pero acepte.

De todas maneras, ese día grabé las mamaderas de Max, le compré un considerable stock de baberos y le compré sus pañales para el mes. De la leche no hubo caso, no encontré en ninguna parte. Esa también seria la última vez que recorrería el centro de Concepción, la Galería Alessandri y las farmacias del centro, tal y como eran.

No olvido que mientras bañaba al Max para acostarlo, el Negro me repetía que tenía hambre.

. "Esperame hago dormir al max y comemos y tomamos algo rico, te tinca", fue mi respuesta.

Y claro mientras tocaba la noche, hice dormir al Max y obvio también él me hizo dormir a mi.
A eso de las 02.00 Am desperté porque mi teléfono anunciaba mensajes. Batería Baja - En rojo, filo mañana lo cargo.

Mañana, Mañana, Mañana, Mañana... Muchas cosas dejadas para mañana.

Estaba con ropa, con una polera cafe y una roja debajo y esas bermudas que el negro me quiere quemar.
Así estabamos, cuando el negro estaba agarrado a la pared y yo a la cuna, preguntándonos que cosa era lo que nos movía.

No sentimos ruidos. Ni gritos. No había luz. Abrigue al Max, me puse zapatillas, el Negro agarro la cámara, su mochila. Yo tomé pañales, leche, jugos.

Salimos de la casa. Bajamos por la escalera.
En ese momento no pensé que sería casi una de las últimas veces que volvería a mi casa.

En la calle estaban los vecinos, en la esquina de Lincoyan con Barros.
Todos nos preguntabamos, nadie hablaba en ese momento de terremotos, sólo habíamos sentido movimiento fuerte. La comida china que inundaba mi departamento de olor a soya, estaba en el suelo. Las balsosas de las calles levantadas nos decían que esto era grande.
Pasaba gente en auto, carabineros y nadie sabía nada.

Vimos el estacionamiento caido y pensamos: "perdimos el auto". Fue en ese instante, cuando llegaron unos vecinos y nos dijeron que el auto de ellos y el nuestro se habían salvado. Uf. Después sería una bendición, la salvada.

Celulares muertos y el teléfono público que sí funcionaba (milagro), y sí habían monedas de 100. No podía ser todo tan malo.
Logramos comunicarnos con las tías en Coronel. Pero no con mis papás en Talca, ni menos con los papás del Negro en San Antonio.
Les dijimos a ellas, que intentaran comunicarse, que les contaran que nosotros y nuestra casa estaba bien.

Fue justo después de eso. Cuando un tipo paso, y dijo: el epicentro fue en Talca y fue 8. La idea de muerte paso por mi cabeza. Claro, no podía comunicarme con ellos, quizás era porque estaban aplastados, muertos.
Pero la adrenalina, era tan alta, que razone que no sacaba nada con angustiarme.

A las 5 de la mañana y pasada casi una hora veinte del fuerte remezón. Decidimos con el negro movernos. Y caminamos hasta Serrano con Chacabuco, al edificio del Felix con el pato, seguramente ambos pensando en encontrarnos con caras conocidas y además saber como estaban ellos, si nosotros lo habíamos sentido tan fuerte en un piso 5, para ellos debía haber sido peor en el piso 11.

Caminando nos encontramos con los abuelitos residentes de lincoyan 440, tapados con frazadas, en las esquinas, nos decían que habían gente atrapada en el edificio.

El Max iba despierto, pero tranquilo, muy abrigado, desconcertado imagino yo, pero mi niño nunca lloro.

Ahí fue caminando por O´hhiggins, que nos dimos cuenta del colapso de la torre de oficinas, nos encontramos con los Jaivas y el negro saludos a Mario Mutis.

Caminamos por Serrano y era una boca de Lobo, unos vecinos a los que les preguntamos como estaban, nos alumbraron hasta pasado Cochrane.
Recuerdo haber saludado y preguntado como estaban a cada persona que encontré.

Y ahí afuera del edificio, nos encontramos con el pato, que me dio un abrazo apretado y eso que el no es efusivo. Con el felix y con sus papás. Estaban Bien, no todo podía ser tan malo.

Yo seguía sin poder comunicarme con Talca.

Los papás de los chiquillos (Felix y Pato) me dijeron que me fuera al auto con el max, para no pasar frio.
Yo atine a decirle al negro que ya era momento de irse a trabajar.
Y se fue.

En el auto de los tíos, pensé en mis papás, en el Pancho, en los papás del Negro, en tantas cosas. El Maqui se había dormido, gracias a Dios.
Se sentían sirenas, ambulancias, explosiones y la Radio.
También pensé que ojalá todo durará poco.