Cuando los años no pasan

Este no es un saludo de navidad, es un cuento de navidad.

El año 1997, entré a primero medio en el Colegio Integrado San Pío X en Talca, a fines de año, uní mi vida de amistad a una persona que sencillamente me robó el corazón, Natalia Lepe.

El 1998 llegó Ingrid Bernales, directamente desde el Liceo de niñas.

Al principio era una faquita calladita y por estar sentada cerca de una niña que invitaría a mi cumple, la invité también... y adivinen fue.

A partir de eso, no nos hemos separado, pan y mantequilla, como uña y mugre.

Nos hemos reido tanto juntas, hemos pasado tanto juntas, como cuando nuestra a Naty, diosito le envió al Agu. Eso fue una prueba para las tres.

Llegó fin de 4º medio y la Ingrid se quedaría en Talca, la Naty a Los Ángeles y yo a Conce. Los peores augurios para una amistad. La inevitable y dañina separación.

23 de diciembre de 2006.

Navidad tras navidad, nos juntamos a darnos nuestro abrazo de navidad, a entregarnos pequeños presentes y a comer algo, casi a diez años de conocernos y aunque los períodos en que no nos vemos se han extendido, aunque no nos hemos llamado por teléfono y aunque internet sea un aliado, quizás no tan aefectivo, pero existente.

Ayer fuimos increíblemente las mismas, la misma comodidad, las mismas risas, las mismas ganas de estar juntas, de querernos, de burlarnos de la otra.

Hoy que es navidad solamente decirles que nosotras si hemos roto la barrera del tiempo, que pudimos superar la distancia, que estamos unidas, que hemos ganado a los malo presagios, que la Ingrid y la Naty están ahí... que me sigo sabiendo sus número de teléfono de memoria y que espero con ansias las vacaciones para salir a andar en bici con la boby o depilarnos las tres.

Hoy que es navidad, desearles que el amor inunde sus casa y sus familias y a sus amigos, que todos estén sanos y contentos.

Yo por mi parte agradeceré a tatita Dios y le guiñaré un ojo para decirle gracias por las bobas que me mandaste.