Los tiempos corren rápido, la globalización logra efectos que hacen que las fronteras entre las culturas se confundan y se adopten nuevas entre una y otra sociedad. Los seres humanos adquirimos nuevas formas de vida y todo se convierte.
Las ciudades cambian sus aspectos, el ritmo de la vida, como le llaman, se acelera día a día.
Arquitectónicamente las ciudades se elevan y el aumento de la población mundial provoca que las personas tengan que acercarse al cielo para poder vivir. Las casas con grandes patios, son las menos y los espacios se reducen en pro de cantidad en vez de calidad.
Así las ciudades se van llenando de edificios y construcciones donde quepa más gente.
Quizás esto no tenga nada malo, pero hay ciertos aspectos de la vida que alteran y provocan que la gente tenga que recurrir a nuevas formulas para vivir.
Y me refiero específicamente al tema del esparcimiento. Los países desarrollados se preocupan mucho de este aspecto. El ocio, como fundamental pilar para la buena calidad de vida.
Yo lo quiero llamar esparcimiento.
El fin de semana pasada, mi amiga Anita celebró su cumpleaños. Sus cercanos (entre los cuales me incluyo) iniciamos la organización de tal evento. Los ítems se zanjaban rápidamente, como conseguiríamos lo comestible, lo bebestible, los adornos…. Sin embargo, nadie aún discutía el punto más importante el tema lugar físico, donde se desarrollaría la fiesta…
- En mi casa, no puedo, vivo con Cristina y al otro día tiene que trabajar.
- En mi casa, tampoco los vecinos son jodidos y me llamarían a los carabineros, otra vez.
- En mi casa no, porque al otro día hay que limpiar y queda hediondo, nadie quiere hacerlo.
Así un sin fin de razones, todas muy justas y para nada refutables.
La solución fue sencilla, arrendar un lugar que sea apto para fiestas y en el cual, no hubiesen vecinos, compañeros de casa, ni nada por el estilo.
Sí, solución sencilla, pero para la cual hay que tener dinero. Finalmente lo logramos, después de recorrer varias opciones y gracias a los dineros mágicamente aparecidos, arrendamos una cabaña en Dichato, a 45 minutos de nuestras casas y donde nadie nos molestaría y donde efectivamente nadie nos molestó.
Esta historia, este ejemplo, no sólo alarga mi escrito, sino que también refleja lo que le sucede a cienos de personas que a causa de los nuevos tiempos, no tienen la oportunidad de poder hacer una fiesta, un asado, una reunión o sencillamente poner la música fuerte.
Y es que, ya no está quedando otra que pagar por tener un lugar para esparcirse, ya no está quedando otra ir a varios kilómetros de donde vivimos para poder pasarla bien.
Un lastima globalizada!
1 comentario:
Hola
Resulta que nadie quiere poner la casa, siempre los primeros carretes son en la casa de alguien que se arriesga pero despues de los resultados que por lo general son catastroficos esto no vuelve a suceder, lo otro es que es mas comodo salir a un lugar en donde todos esten comodos y las reglas no sean tan estrictas.
Yo recuerdo en carrete en dichato y bueno en realidad lo poco que recuerdo es que fuimos a un bailongo de una compañia de bomberos del pueblo y nos echaron. adivina porque
Pero soluciones estan a la mano, los pub y cabañas son excelentes alternativas, claro tienen su costo.
oye habra una junta de blogueros el 5 de octubre proximo (blogueros de conce), mas info en mi blog.
me gusto tu reflexion sobre el cambio de las ciudades.
nos leemos
Pd: te estoy esperando en el msn
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