
Tantas vueltas que uno le da a las cosas, a veces terminan por funar todo. Y es que esa frase que dice:
"Las cosas que menos se planean, son las más satisfactorias", resulta ser una tremenda verdad.
Tratamos de planear tanto una situación. Que salga perfecta, que no se quede atrás ningún detalle y normalmente quedamos con esa sensación de: "esperaba más".
Son las expectativas que nos juegan malas pasadas. Ese sabor a decepción o la desilución cuando vemos una pelicula que nos había generado demasiadas ansiedades y salimos de la sala pensando: "yyy, no era tanto"
Planificarnos debería llevarnos al exito, pero decididamente no, a la satisfacción completa.
Los hechos inesperados de la vida, como encontrarnos un billete en la calle. Ganarnos el bingo escolar. Llegar a una prueba y saber que la suspendieron. o encontrarnos inesperadamente con ese muchachon que nos gusta.
Esas cosas provocan un tremendo gozo.
Hoy tengo que planificar muchas cosas y determinadamente prefiero pensar y planificar a ver que pasa. Dejarme llevar y sentir como las circunstancias llegan a mi, sólo por hoy, quizás mañana emepuje un poco las situaciones para que sucedan. y quizás pasado mañana planifique en mi agenda que es lo que tengo que hacer.
Y es que tanto pensar a llevado a mi mente a un estado de explosión constante.
Hoy sólo poder concentrarme en que ese billete llegue a mi y no yo ir a buscarlo.